miércoles, 3 de marzo de 2010

Calle 3, Avenida C

Perderse no es tan malo... después de todo.
...

Regresaba hacia mi casa por un camino diferente al usual,
en una típica tarde, de un típico día.
Frente a mi, dos opciones: Tomar el camino que conozco o el atajo que creí conocer.
Los atajos no funcionan, nunca han funcionado pero soy optimista.... o bastante estúpido.

Comenzó siendo una calle cualquiera, sin nada remarcable o significativo,
lo único que llamó mi atención por un segundo fue lo interminable que parecía. Fue larga, demasiado larga.

A medida avanzaba a mis lados notaba casas cada vez más y más grandes,
noté lo poco estratificada y bastante justa sociedad en la que vivimos. [Ja, Ja]
Pero continuaba caminando solo, ni un solo ruido, ni aves, ni pequeños niños golpeando el suelo con sus pasos torpes y espontáneos.
Un poco más adelante encontré un par de seres que arruinaban el paisaje, sí, humanos. Aun me incomodan pero poco a poco me acostumbro a ellos.

Inmerso en mis pensamientos y anonadado por la belleza de cada casa y la elegancia de cada detalle que las cubría, perdí algo más que la noción del tiempo.
No sé por cuanto tiempo más camine en linea recta esperando algún desvío que señalara hacía mi casa.
Encontré una intersección: Hacía abajo estoy seguro que estaba la salida. ¿Hacía arriba... ? quería averiguarlo.

Más y más casas.
Y se empezaba a tornar incomodo,
mujeres con uniformes, atadas, a merced de un ser identico a ellas, pero con una gran diferencia.
Simplemente... tema aparte. [Ignorantes]
Parecian sentirse amenzadas con mi presencia en territorios ajenos,
así de deprimentes somos.

Despues de una casa con una fuente en su entrada, una de 4 pisos y otra con el garaje más grande que mi casa, llegué al punto más alto.
El sol empezaba a ocultarse tras ese manto de construcciones mal hechas,
el solo poder observar otro plano de un lugar al que llamó mi país, o al menos una parte de él, me hizo pensar en lo insignificante y vacías.. que....... allá abajo veo mi colonia, ¡¡¡veo mi casa!!!

Me sentí aliviado y feliz.
Contemplé uno de los mejores atardeceres en muchos años.
Bajar fue mucho más fácil que subir. Como siempre.
Entre veredas y caminos improvisados logré volver al lugar al que llamo hogar,
ni siquiera mi colonia, sino ese rodeado solo de edificaciones sencillas,  rodeado de malos albañiles y malísimos arquitectos. Esos imperfectos que hacen que la vida sea... vida.
Por fin, de regreso al mundo real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario