martes, 30 de marzo de 2010

Ideal, perfecto.

El momento preciso, lugar indicado.
...

Bajo el cielo desquebrajado que nos arropa,
tan solo inquietado por el titiriteo de las olas que sucumben a la templada noche,
y el silencio de la brisa que nos envuelve y juega con nosotros.

En ese preciso tiempo delimitado por las sombras que parecen alejarse,
que juegan a embriagar el deseo de caer,
de sentir, solo atados por más de un límite inexistente.

Con un resplandor jamás visto
que parece desatar la locura de una belleza reprimida
condenada a la expresión solitaria.
Continuamos privados por el deseo de no querer despertar.

Durante la marea baja reposamos, mientras esperamos el amanecer.
Porque sin importar el camino, remaremos juntos.
Toma lo necesario, lo demás no lo necesitas.

jueves, 25 de marzo de 2010

Puntos suspensivos

 . . .

Me gustaría poder dejar de cuestionarme
sobre la lealtad de un sentimiento propio,
preferiría tomar la salida del cobarde
y olvidar eternamente lo que deseo pero no debería responder.

Desearía jugar en los parques del olvido,
sentarme a descansar en las bancas de la soledad
y disfrutar de cada idealización
que levantan mis pies al pasar sobre mi mismo.

Luego de esperar pacientemente durante unos segundos,
impulsarme y saltar,
dejar de dudar, aceptar, asentir.

Pero el miedo a perder pareciera ser mayor a mi sed de novedades,
a mi intermitente e inexplicable rasgo de sobriedad.
Todo se resume a libros con cientos de hojas
completamente en blanco pero tan impregnadas de una esencia que creo conocer.
Y eso resulta reconfortante, aterradoramente idílico.

Y de nuevo regreso al viejo patio,
al jardín trasero en donde suelen florecer las margaritas en junio,
durante el invierno improvisado de Septiembre.

Regreso a la silla rota justo en la puerta de mi orgullo,
a esa vieja casa, a la que suelo llamar hogar. Esa misma que todos conocen
como la zona deshabitada.

El mundo continuará girando, tal vez en sentido contrario,
o quizá así ha sido siempre.
Pero me niego a rechazar la idea que me parece completamente acertado
escuchar más allá de los vidrios golpeándose unos con otros,
mientras mi racionalidad juega al borde del acantilado.
...

domingo, 14 de marzo de 2010

En tercera persona: Lecciones de fe.

No, no creo en seres supremos. Eso no me impide creer que aún existen humanos.
...

Me gusta pensar que el destino existe en algunos casos, al menos es la forma de divertirme en el camino de regreso a casa.

En la primera linea del bus, escogido al azar un par de segundos antes, se encontraba una mujer de respetable edad, sobretodo en este país.
Su cabello hecho una maraña, esas delgadas lineas blancas que lo atravesaban demostraban algo más que tiempo, con un cuerpo firme, mirada profunda y en sus manos una vieja biblia color azul.

Al entrar observé que podía tener varios minutos sumergida en lo que parecía un monólogo ante la indiferencia de los demás pasajeros.
Tomé asiento un par de lugares más atrás, me dediqué a mirar por la ventana, pero atentamente escuchaba cada palabra, cada oración, cada plegaría que la dulce mujer repetía. Sí, repetía.

Al terminar la lectura del Salmo 27, si no me equivoco.
 "Y aunque contra mí se levante guerra,
yo estaré confiado."

Pidió a cada uno que elevara sus manos e invocará al creador, para pedirle su perdón y su bendición.
Pero nadie le prestó atención, ella continuó sin darle importancia.
Al terminar sonrió y tomó asiento.

Por unos momentos pensé que eso sería todo, hasta que, en la siguiente parada entró uno de los vendedores de objetos variados, religiosos o simplemente de esos con frases bonitas y trilladas.
La señora se llevó las manos a la bolsa y compró varios. Así que quede. Varios.

Se levantó de su asiento, se dirigió al conductor y le entregó uno de esos objetos sencillos, el pobre ignorante ni siquiera la volvió a ver.
La mujer siguió caminando, me miró de una manera tierna y me entregó un separador.
Quizá ante mi cara de asombro ella decidió ayudarme a buscar las palabras de la siguiente manera:
 - "Es sencillo, pero dios agradece que me hayas escuchado." 
Lo tomé con cuidado, dudando y con mil pensamientos en mi cabeza.
Después de un gracias, sincero, pero tan insignificante comparado con la acción de la grandiosa señora, sonrió y siguió su camino.
Al dirigir la mirada hacía atrás, ella ya no estaba en su asiento, no sé en que momento bajó del bus o si mi imaginación juega conmigo.

En el separador se lee:
 "Proverbios 21:13
El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará y no será oído."

[El mismo que solía leer en el calendario de 1997 en la entrada de mi cuarto.]

Sigo sin creer en seres supremos y en el destino.
Pero al menos los humanos no están extintos.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Atardecer

No me aferro a nada más,
que a ser esclavo de una hora, de un momento,
de un ser, de tu esencia.

No me aferro a nada más,
que a esperar con impaciencia
el destello de los minutos venideros.

No me aferro a nada más,
que a morir y renacer,
una y otra vez.
En tus brazos, una y otra vez.

No me aferro a nada más,
que al sabor de tus labios al atardecer,
que al calor de tus manos rozando mi piel.

No me aferro a nada más,
que a la agonía de ser una víctima más del tiempo.
Una víctima más de una tarde anhelada,
una víctima más de tu mirada.

...
+2 :)

domingo, 7 de marzo de 2010

Diario de navegación: Muerte

- ¿Qué buscas?
...

- No pretendas responder, estoy seguro que ni tu lo sabes.
No pretendas aparentar, no te queda bien.

- ¿Por qué te molestas?
No vale la pena.
Solo estas perdiendo el tiempo.

- ¡Silencio!

- Ja ja ja.
Repítelo cuantas veces quieras.
Vamos, hazlo de nuevo.

- Terminen con esto de una vez.

- Si no hay más que hacer, disfrutalo.

- ¡Silencio!

 -... Es hora de irnos. ¿Lo dejamos ahí?

- Lo ví moverse, deberíamos terminar de una vez.

- Como quieran. Yo me voy.

- ¿Qué buscas? ...

miércoles, 3 de marzo de 2010

Calle 3, Avenida C

Perderse no es tan malo... después de todo.
...

Regresaba hacia mi casa por un camino diferente al usual,
en una típica tarde, de un típico día.
Frente a mi, dos opciones: Tomar el camino que conozco o el atajo que creí conocer.
Los atajos no funcionan, nunca han funcionado pero soy optimista.... o bastante estúpido.

Comenzó siendo una calle cualquiera, sin nada remarcable o significativo,
lo único que llamó mi atención por un segundo fue lo interminable que parecía. Fue larga, demasiado larga.

A medida avanzaba a mis lados notaba casas cada vez más y más grandes,
noté lo poco estratificada y bastante justa sociedad en la que vivimos. [Ja, Ja]
Pero continuaba caminando solo, ni un solo ruido, ni aves, ni pequeños niños golpeando el suelo con sus pasos torpes y espontáneos.
Un poco más adelante encontré un par de seres que arruinaban el paisaje, sí, humanos. Aun me incomodan pero poco a poco me acostumbro a ellos.

Inmerso en mis pensamientos y anonadado por la belleza de cada casa y la elegancia de cada detalle que las cubría, perdí algo más que la noción del tiempo.
No sé por cuanto tiempo más camine en linea recta esperando algún desvío que señalara hacía mi casa.
Encontré una intersección: Hacía abajo estoy seguro que estaba la salida. ¿Hacía arriba... ? quería averiguarlo.

Más y más casas.
Y se empezaba a tornar incomodo,
mujeres con uniformes, atadas, a merced de un ser identico a ellas, pero con una gran diferencia.
Simplemente... tema aparte. [Ignorantes]
Parecian sentirse amenzadas con mi presencia en territorios ajenos,
así de deprimentes somos.

Despues de una casa con una fuente en su entrada, una de 4 pisos y otra con el garaje más grande que mi casa, llegué al punto más alto.
El sol empezaba a ocultarse tras ese manto de construcciones mal hechas,
el solo poder observar otro plano de un lugar al que llamó mi país, o al menos una parte de él, me hizo pensar en lo insignificante y vacías.. que....... allá abajo veo mi colonia, ¡¡¡veo mi casa!!!

Me sentí aliviado y feliz.
Contemplé uno de los mejores atardeceres en muchos años.
Bajar fue mucho más fácil que subir. Como siempre.
Entre veredas y caminos improvisados logré volver al lugar al que llamo hogar,
ni siquiera mi colonia, sino ese rodeado solo de edificaciones sencillas,  rodeado de malos albañiles y malísimos arquitectos. Esos imperfectos que hacen que la vida sea... vida.
Por fin, de regreso al mundo real.