viernes, 1 de enero de 2010

Herencia

"Gastando pólvora en buitres." 
...

Con un semblante intimidante, tamaño atemorizante
y carácter tan penetrante e hiriente como ningún otro. 
Por mi afición a la mafia desde pequeño pensé que el sería el típico Don, 
el respetado y temido por todos a su alrededor. Sin saber que dentro de esa coraza de acero se encontraba el ser humano más ejemplar que he tenido la dicha de conocer.

Con ese aspecto cansado, pero con un brillo inigualable en sus ojos, 
comienza cada día dos horas antes que el resto del mundo, 
con esa paciencia, que solo la edad puede ser capaz de moldear, camina por la vida, 
lleno de tantos recuerdos, tantos errores, pero tan solitario, tan olvidado.

Nunca conocí a alguien con un respeto y una fe tan grande hacia la religión que profesa. Y no es el típico hipócrita que se sabe la biblia de memoria pero no tiene espacio para su prójimo en la mesa. Tampoco es el que espera que sirviendo en grupos y asistiendo a misa tiene apartado su pedacito de cielo. 
Es de esos seres humanos que no merecen ser llamados así, porque no es uno más.
Porque ha entregado su vida para los que lo rodean, porque ha vivido en el infierno y ha acariciado el paraíso. Porque puede jactarse de ser bendecido una y mil veces, pero nunca lo hizo, no lo hace y no lo hará.

Sabe que todo lo que ha logrado lo ha logrado por su cuenta y no por eso se encierra en una esfera de egoísmo. Sonríe como niño cuando comparte todo eso. 

La última noche de uno de esos años que no quiero recordar, si acaso el olvido existe, permanecimos sentados solamente esperando por tradición. 
Poco a poco lo que comenzó como una simple conversación termino siendo una ventana hacia su vida, hacia ese recorrido tan largo pero tan corto, comparado con la infinidad del tiempo. 

Cada palabra que salía de su boca llevaba impregnado un sentimiento tan grande y tan profundo 
que fácilmente se confundía la realidad con el evento narrado.
Esa mezcla exquisita de experiencia y repeticiones continuas de hechos desafortunados solo podían desencadenar la sabiduría más grande, la sabiduría más valiosa.

Las horas pasaron muy rápido, el nuevo año inició, más que todo como acto simbólico y necesario para los humanos. Para engañarnos un momento y pretender que tenemos una segunda o tercera oportunidad aun sabiendo que las tenemos todos los días, sin importar hora o fecha.

Y aunque no tenga las riquezas, el oro, los diamantes o miles de joyas, sé que esas últimas horas del año fueron el mayor regalo que alguna vez pude recibir, que todo eso que compartió conmigo no es el secreto de la felicidad o el sentido de la vida en si.
Pero sé exactamente lo que intentó decirme. 
"Y lo demás será, siempre lo de menos."

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