miércoles, 3 de febrero de 2010

Aquellos helados días de aquel verano que no fue.

Si ahora lo recuerdo, es porque tengo el valor.
Si nunca lo olvidé, fue porque no quise, fue porque no pude.
...

Hace un par de días, caminando por esos espacios tan vacíos, pero tan llenos, colmados de multitudes inexistentes y de veredas interminables, vi a lo lejos florecer el viejo árbol que meses atrás me vio caer.

En un segundo, esos días grises regresaron a mi, pude sentir lo mismo que en aquel instante, y se me heló la sangre. Irónicamente me sentí feliz, vivo y fuerte.

" ... Era un jueves en la tarde, el reloj de la sala marcaba las 4:32 pm pero el de mi alma se paralizó completamente.
En un bloc de notas se resumía mi plegaria rebuscada, en tu caso solo explicaba algo que no supe asimilar.
Desesperado busqué mil razones, deseé muchas veces más que por favor fuera un sueño. No, no lo fue. Desgraciadamente me alegro por eso.


Los únicos recuerdos que tengo de esa noche fueron las hojas de los árboles completamente inmóviles, y el viento más silencioso que jamás escuché. Fue larga y dolorosa.
Era viernes al amanecer, al menos en teoría, lo era, lo fue.
Y no podía ser mejor, una sucesión de eventos desafortunados me hizo apreciar ese viejo árbol, el que mencioné un par de lineas atrás.
Sus ramas secas y frágiles eran una representación tan exacta de ese momento, en el que cada paso me hacía temblar y dudar..."

Desde ese día nunca más volví a ver el viejo y desolado árbol, tampoco lo busqué...
Quizá por ser solo un objeto más en mi paisaje cotidiano o simplemente por miedo a mi mismo...

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